¿Daños colaterales? ¡Ya no!

     Con motivo de un curso sobre el buen trato a la infancia, que tengo el placer de realizar, esta semana, entre otras cosas, me toca analizar la recientemente modificada ley del menor.

     Sí, además sancionada por nuestro nuevo Rey, Felipe VI. ¡Qué rápido se ha puesto a currar!.

    En fin, una de las cosas que más me gustan de esta nueva modificación, y que da título a mi post, es que en los casos de violencia de género, los niños están, ahora sí, contemplados como victimas de la violencia de género. Antes, la mujer era la victima y los peques, sólo daños colaterales. ¿Dónde estábamos para pensar esto? ¿Desde donde se miraba para pensar que un niño o niña que ve como pegan a su madre, o como la maltratan psicológicamente, o no la dejan salir ni a comprar; sabiendo que ellos y ellas lo ven y lo sienten, nosotros no lo veíamos?

    Para un niño o una niña, su madre y su padre son las personas más importantes de su vida, sus figuras de apego. Lo que le da seguridad y salud en este mundo, en sus primeros pasos. Si uno de los dos sufre, ellos y ellas sufren. No son meros observadores, no sólo se asustan con las voces o los golpes o los insultos y degradaciones. Los experimentan como suyos propios. Y esto les marca, les deja huella, los hace victimas. Y ¡por fin!, una ley lo reconoce. Os las dejo a continuación para que el que quiera las eche un ojo. (Os dejo enlaces del observatorio de la infancia de Andalucía ay que tiene otras muchas cosas interesantes. Así, de paso, recogéis algo más)

    Claro, que esto está muy bien, pero que tal si os digo que esta Ley no trae una inversión para llevar a cabo, ni siquiera su difusión…

    Sí, ya sé, la cosa no está para gastos. ¡Pero yo no he dicho gastos, he dicho “inversión”! Los niños y niñas, su cuidado, su protección, su educación, su salud completa, no son un gasto. ¡SON UNA INVERSIÓN! ¿Nos daremos cuenta algún día?

     Y no es porque los niños y niñas sean el futuro de nuestra sociedad, sino porque son el presente. Porque todo lo que gastemos en su presente, si, tendrá eco en el futuro, pero también en el presente de esta sociedad. Si los niños y niñas son la alegría de una casa, si con sus risas son capaces de contagiarnos y hacer más feliz nuestro día. Sus miradas nos hacen olvidarnos de los problemas. Sus caricias hacen que la dureza de nuestro quehacer diario tenga sentido…

     ¿No os parece que eso es muy presente? A ver quién, después de ver este video que te dejo, me dice lo contrario.

    No pudiste resistir una sonrisa al menos, ¿verdad?. Tenemos tanto que aprender de ellos y ellas. De su sinceridad, de su forma clara y sin juicios de ver la vida. Ellos si que son clarividentes, no algunos o algunas de los que quieren sacarnos alguillo de pasta por las noches…jeje

      Hablando de enseñar. ¿Alguna vez te has preguntado porqué a los animales los enseñamos con reforzamiento cuando hacen algo que se aproxima a lo que queremos y a los niños y niñas lo enseñamos con castigos y reprimiendo lo que hacen mal?

    ¿Es que esto lo hacemos porque pensamos que la infancia es inferior a los animales y no merece tanta dedicación y paciencia? ¿O es que los miramos como si fuesen adultos pequeñitos e ignorantes pero que tenemos que tratarlos con la misma exigencia que a un adulto?

       Los psicólogos, neurofisiólogos, médicos, etc, sabemos e intentamos difundir; que el cerebro de los niños no es igual que el de los adultos. Algunas capacidades aún no están del todo terminadas. Por lo tanto, no pueden (y digo no pueden, no, no quieren) ver las cosas y el mundo como nosotros los adultos. Lo importante para ellos, es distinto a lo que lo es para nosotros. Algunas de las cosas, pensamientos, juicios, motivaciones, que nosotros damos por sabidas (como si alguien naciese sabiendo) o por hechas como verdades universales, ellos y ellas aún no las han aprendido. O incluso aún no tienen siquiera capacidad para aprenderlas, según su edad.

     Sin embargo son, (como yo digo), asombrosas máquinas de aprender. Esos ojos abiertos sin tapujos a todo lo interesante que hay en su entorno, nos dicen que todo es importante, que de todo pueden aprender.

   Sí, amigas y amigos, todo es todo. Nuestros gestos, nuestras sonrisas, nuestros actos, nuestras actitudes ante las cosas de la vida o de ellos y ellas; el rápido o suave latido de nuestro corazón cuando los cogemos. Y no sólo de nuestras palabras. Es más, al principio, y hablo de años, no de meses; las palabras son casi lo de menos.

    Así, me gustaría dejaros dos sugerencias para mejorar nuestro trato sobre los y las menores:

1. Echale un ojo a la peli “Al revés”. Se que es comercial y que podría ser mejor, pero nos da unas buenas pistas sobre como funcionan nuestras emociones y lo importante que es conocerlas, saber que todas son necesarias y como es necesario aprender la habilidad para hacer que funcionen lo más eficazmente posible.

2. Claro, como complemento, te dejo unas web de la Consejería de Salud de La Junta de Andalucía y otras, donde encontrarás material interesante para padres y madres sobre el apego y las emociones de nuestros peques y no tanto, para que podáis trabajar con ellos y con vosotros.

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      Ánimo, niñas y niños son nuestro presente y su futuro. No lo dejes para mañana, comienza a cambiar hoy.

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